Luego de cansarme de vivir bajo la arbórea y tupida sombra de mi tan aclamado como inesperado éxito del How to be Someone: A Formula to Conquer the World -el que fuera distribuido a nivel transatlántico en su primera, segunda y tercera edición - luego de que varios seguidores, frenemies, curiosos, editores suecos de pinta colegial, curadores bilingües adecuadamente vestidos, aficionados al arte y literatos de domingo me pidieran revisitara el árbol tal; luego de ser llamado un global asshole por cierta académica de renombre con base en Hamburgo y de tomarme dicha categorización como un shot de tequila barato de una tourist trap, decido plantarme y echar raíces en el texto. Pero no me malentiendan, no lo hago con el afán de revisitar glorias pasadas cual escritor caduco, las segundas versiones siempre me han olido a storytelling marketero de remakes de juguetes ochenteros. Es más abierta que sinceramente, encontrara yo la idea aquella disparatada, digo, el redecirles como hacerse de fama. Dar nuevamente una receta para el éxito es, a mi modo de ver, como hacer variaciones de Fanta Naranja en Fanta Pomelo, Fanta Guaraná, Fanta Limón, Fanta Chinotto, Fanta Passion Fruit con el solo anhelo de crear una falsa ilusión de inclusividad a los target group locales.
(c) Carla Garlaschi, Suck my Globish, 2019
Supongo que explico mi argumento. No me gusta escribir de asuntos que veo innecesarios, y arriesgar mi quehacer a un servilismo de relleno no pagado en plataformas freemium y vanity press de gallerinas de Hong Kong. Les escribo a ustedes que están echados frente a sus Mac, escuchando lofi en un canal de YouTube, a ustedes que mientras leen sus PDFs chequean sus story views, a los que combaten su déficit atencional cambiando a teléfonos almeja, a los que aun creen que hay que vivir tomando riesgos físicos para ser un artista decente, a los que se aferran a las radicalidades del sexo, a los que en el arte buscan una moneda de cambio al afecto filial, a los que sueñan con ganarse un pulpito privilegiado en las reuniones familiares haciendo callar a tus tíos fachos con intrincados tapabocas teóricos, a los que solo han querido pintar (oye, yo no le veo nada de malo), a los que quieren ser estrellas -pero está mal visto-, a los que quieren estudiar filosofía continental para fácil y diariamente nutrir su catálogo de conquistas amorosas, y/o, para poder agarrarse de términos más o menos cuerdos a la hora de pedir fondos estatales, a los en realidad no sirven para ninguna otra cosa que para tener ideas, a los que les parece nauseabunda la pseudo-superficialidad el artisteo contemporáneo, a los tatuadores, a los reposteros, a las Drag Queens, a las bailarinas italianas que se van a estudiar a universidades remotas con la idea de lanzarse a la vida, y dejan los aplausos por el olor de libros que lentamente se descomponen. A todos ustedes que, como yo, se han perdido más de una vez. Les escribo estas líneas para que sepan que se pierde bastante tiempo en los meandros del arte, y ustedes ya no están tan jóvenes y por lo tanto ya no son mi competencia directa, digamos yo no confío en la gente que hace dietas y no le ponen aceite de oliva a las verduras porque engorda, tampoco son mis verdaderos amigos la gente que nunca he visto llorar. Sepan, que escribo estas líneas porque en todos estos años la gravedad hizo su trabajo y de mi mentado árbol, arriba nombrado, cayó un fruto bastante duro y verde, al que le tuve que poner sal para poder tragar, pero que aun así en su acritud me hizo recordar un par de agrios momentos, de los cuales salí airoso no necesariamente por saber donde iba.
(c) Carla Garlaschi, Upgrade (2020)
I want to one day say I am a self-made billionaire dice una chica de Chelsea, con su Botox, con sus fillers, con sus mechas. Su pomeranian está resfriado. Ahora, visualiza esto: la última tendencia de este verano, un sweater Polo con un estampado de un oso de peluche, en medio un escudo de How to be Someone, siempre críptico, siempre distante, siempre automistificante, una cacofonía visual de fragmentos de escudos latinoamericanos y una pirámide de Maslow aun flameando, invadiéndote desde el centro con una mancha de una gota de helado de chocolate orgánico fair trade derretido. Mientras tanto, la municipalidad de Haringey planea demoler el mercado del Pueblito Paisa lo que es considerado por UNESCO un caso de social cleansing, constituyendo una violación de los derechos humanos. Los comerciantes del Pueblito Paisa son en su mayoría mujeres inmigrantes de clase trabajadora pertenecientes a minorías étnicas. El mercado ha sido una plataforma para los inmigrantes latinoamericanos que encuentran allí sus primeros alojamientos y trabajos como recién llegados a ésta cosmópolis. Los latinoamericanos, a pesar de ser el segundo grupo de mayor crecimiento en Londres, siguen sin ser reconocidos como tal. Comienzo a darme duchas frías para endurecer el cuero, tomo polvo de maca, creatina, aceite de cáñamo, gotas de CBD, ashwagandha, cualquier tipo de adaptógenos, cualquier tipo de adaptógenos.
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The full version of Carla Garlaschi's text was published on pirammmida.life in August 2020