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MUJERES TACANA

Despojo y resiliencia en la Amazonía Boliviana.

  • Commentary
  • Oct 20 2022
  • Elizabeth López Canelas
    es Licenciada en Antropología (UTO, 2008) y Maestra en Gestión Ambiental y Desarrollo (FLACSO, 2010). Es feminista, activista en defensa de los derechos sociales y ambientales de pueblos indígenas e investigadora en temas de mujeres, pueblos indígenas, extractivas mineras y medio ambiente.

La Amazonía es un territorio de colonización permanente. Las políticas de desarrollo se orientan a una expansión de la frontera extractiva minera, ganadera, industrial, energética e hidrocarburífera y asedian la Subregión Amazónica del Norte de Bolivia, dónde se halla el pueblo Tacana, ubicado más concretamente en el municipio de San Buenaventura, provincia Abel Iturralde en el norte del departamento de La Paz. El patrón de explotación de los recursos naturales, en pleno siglo XXI, no se distingue del que caracteriza siglos pasados.

El Estado tiene un rol crucial en esta historia de despojo, promoviendo activamente una sucesión de olas migratorias que, entre 1966 y 1986, significaron el trasvase de casi un millón de hectáreas de territorio indígena Tacana a manos de colonizadores. En concreto, hacia la década de los 70 ́s, alrededor de 10.000 personas fueron ubicadas en la región con el objetivo de sentar las bases de tres proyectos: la empresa estatal de azúcar, una represa y la exploración hidrocarburífera. Si bien ninguno de estos planes se consolidó, la construcción de caminos que intervino en su fase inicial intensificó las consecuencias de esta intervención.

Con la década de los 80 ́s la situación de las concesionesforestales se agravó al punto de generar una serie de conflictos territoriales. Es a partir de esta defensa que se logran hitos como la Ley Forestal N°1700 (1996) cuyos incisos incluyen la participación activa de las comunidades indígenas en el aprovechamiento de los recursos forestales y se crea el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi. Este periodo coincide con la primera Gran Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad (1992) que entre otras cosas logró el reconocimiento de los territorios ancestrales bajo la denominación de TCO (Tierras Comunitarias de Origen). Sin embargo, las tensiones continúan y se extienden más allá de la constitución de Bolivia como Estado Plurinacional. En el año 2010 se inicia la construcción de la Empresa Azucarera San Buenaventura (EASBA), misma que, en 9 años, ha deforestado alrededor 4.573 hectáreas de los bosques del territorio Tacana.

Frente un panorama tan desalentador y extractivista, alrededor de la década de los 90, las mujeres Tacana dan un paso adelante e inician un proceso de reflexión, lo que las lleva de manera pionera a organizarse y fundar el Consejo Indígena de Mujeres Tacanas (CIMTA) y a consensuar la misión de “despratriarcalizar” las organizaciones indígenas, fortaleciendo el liderazgo de las mujeres de las 22 comunidades pertenecientes a la organización.

La apuesta intuitiva del CIMTA pasa por la toma de con- ciencia de la politicidad de las micro-acciones mutua- listas que las mujeres Tacana ejercen en la cotidianidad. Se trata de una trama de tareas y cuidados reproductiVos entre los cuales la gestión del ciclo de la alimentación (sostenibilidad de la producción, elaboración, conservación y distribución) se revela como central. Desde la organización, la reflexión sobre la seguridad alimentaria es constante y este compromiso se ha traducido en medidas diversas, entre las cuales nos gustaría destacar el programa de mejoramiento de las cocinas tradicionales de tierra.

Se trata de optimizar el método ancestral de enterramiento de los alimentos que permite hornearlos, ahumarlos o cocerlos al vapor, según el uso de piedras calientes, leña o vegetación y agua, mediante una gestión mejorada del combustible. La atención a la optimización de la energía y tiempo que intervienen en este proceso deviene orgánicamente en la posibilidad de experimentar con su articulación con otras instancias de la vida común. Es así como a partir de estas experiencias de trabajo reproductivo se ha desarrollado una dimensión pedagógica intergeneracional, que entronca con la misión de generar alternativas colectivas a la violencia estructural y doméstica.

El impacto de la lógica extractiva, desde luego, va más allá de los impactos visibles en el medio ambiente. En relación a los cuerpos de las mujeres Tacana, se trata de efectos que trastornan sus relaciones con el entorno, fracturando los vínculos de interdependencia y dispersando las comunidades. Es por ello que, si bien las mujeres Tacana son conscientes de que las políticas de desarrollo extractivista aparentemente no se ven afectadas por de las pequeñas acciones de resistencia que realizan, la rearticulación autoorganizada y cotidiana del tejido social funciona como una grieta en el muro de la estructura. En dicha grieta, la alimentación se ha convertido en un elemento esencial de la lucha por la permanencia en el territorio ancestral. Desde el mejoramiento de las tecnologías tradicionales hasta la democratización del acceso al uso diversificado del tiempo, las micropolíticas de la alimentación en la Amazonía boliviana se revelan como una herramienta clave para la reproducción comunitaria, el cuidado mutuo del territorio y el mantenimiento de los vínculos sociales.

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    Elizabeth López Canelas

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